lunes, 6 de septiembre de 2010

I was made for loving you.

-Entonces, ¿qué hacemos con los pocos días que nos quedan?

-Sólo quiero pasar cada minuto del resto de mis días contigo.

 Jamás pensé que llegaría a conocer a alguien como él, con ese don de las palabras. Cada día era capaz de sorprenderme con nuevas historias, era capaz de hacer reír hasta a la sombra más triste de aquel pueblo pero nadie jamás lo llegó a conocer como yo. Esos momentos que pasamos juntos permanecerán conmigo para siempre… Aún recuerdo esos pequeños comentarios que hacía, cuando decía que yo era lo más precioso que había visto, que le daba igual donde estar mientras pudiera estar conmigo… cuando decía eso todo mi cuerpo se estremecía; y le quitaba importancia a sus palabras, lo decía sin malicia, como si fuera lo más normal del mundo, como si fuera obvio que quererme se debía anteponer ante todo. Quererme era más importante que su propia vida. Me tenía totalmente atrapada. Él nunca me presionó, nunca me hizo preguntas incómodas, no me forzó a que le diera una respuesta. Nunca me preguntó si yo le quería. A veces llegaba a sentirme realmente mal pues él estaba dispuesto a quererme el resto de sus días, y me lo decía, no esperaba nada a cambio, él era feliz por el simple hecho de que me sentara a su lado, de que le abrazara, de verme aunque fuera un segundo, de compartir conmigo un saludo, un cruce de miradas. Siempre fui consciente de que no me lo merecía, no me merecía todo aquel amor, ni sus palabras. Por ello, el día que descubrí que, poco a poco, yo también me iba enamorando de él, sólo esperé a que el resto de mis días empezara cuanto antes, para poder pasar cada minuto de mi vida al lado de él.

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