miércoles, 28 de julio de 2010

Quisiera sentir tu cuerpo lentamente, besarte en el sofá, liberar el estres. De pasar algo yo no me arrepiento, confía en mi, lo que buscas aquí está. Lo que va a pasar tiene que pasar, mi debilidad en la intimidad, tú sabes. Su pelo, su olor, su sensualidad..Mi pura verdad, mi media mitad. Soy muy débil ante él...


No quiero otros besos que no sean los tuyos, no quiero que nadie más me quiera, no lo necesito. Tú me llenas por completo y no hay día que no te quiera más que el anterior, que te piense y me imagine contigo, que te eche de menos con todas mis fuerzas y desee besarte y no soltarte jamás. Y morderte, soplarte, decirte que nadie más importa, poseerte por completo y saber que eres solo mío. Que nos miremos cerca, tan cerca, que te vea borroso y me susurres mil veces que me quieres. Que cuando vaya a discutir contigo me calles con un beso..



Que hoy más que nunca quiero tenerte al lado, y abrazarte tan tan fuerte, que pueda oír los latidos de tu corazón, y hoy más que nunca quiero quererte como al que mas, y tumbarnos en un banco mirando al cielo y olvidar que existen horas, minutos y segundos, y no quitar mi sonrisa hasta que te vayas, que no acabe esta noche por favor, que no me suelte de tu mano ni un segundo, que puedas sentir el miedo que tengo a perderte, y que te des cuenta de lo que te he estado echando de menos, que no acabe este momento, que no acabe nunca, de verdad, no dejes de abrazarme, quiero mirarte a los ojos y reírme porque me da vergüenza, quiero que me cojas la mano y me la aprietes fuerte, quiero que nos demos mil besos, y hoy, no quiero volver a casa, si no es contigo.


lunes, 26 de julio de 2010

Ese tipo de hombres.

Abrí los ojos ¿Por qué? Mejor dicho ¿Para qué?
La misma habitación de paredes verdes, la misma ventana con las persianas bajas, la misma oscuridad, el mismo desastre de los días anteriores.
El dolor de cabeza era terrible. Me levanté con un poco de esfuerzo, llevaba la misma ropa sucia, arrugada y con olor a humo de hacía tres días.
Me dolía todo el cuerpo, en especial la espalda; Otra vez había dormido en el suelo del living-comedor. Patié de camino al bañño un par de botellas vacías. No tardé mucho en llegar, el departamento era pequeño de ta sólo dos ambientes: La habitación, el living-comedor, la cocina y un baño. Poco espacio pero con un balconcito que daba a la calle.
No prendí las luces ya que me habrían encandilado. Vivía en la oscuridad por esos días.
El sol se filtraba apenas por la ventana del baño que había tapado con una toalla, eso me permitió verme al espejo: El pelo color chocolate revuelto, el delineador corrido, las ojeras y la cara manchada de uno vaya a saber qué. No quise seguir viendo esa imagen abrí la puerta del botiquín y me tragué, sin necesidad de agua, tres bayaspirinas.Me acomodé lánguidamente en el balcón de la cocina, veía una calle gris de dos de la tarde de lo que seguramente era un domingo. Encendí un cigarrillo y me crucé de brazos exhalando un halo de humo. Qué vida aburrida.Muy aburrida.
Él.Me había obligado a hacerlo, no era mi culpa, nunca lo fue. Yo había sido lo que un hombre siempre quiso y él había sido mi mundo. Pero me prometí no llorar, no, nunca por un hombre. Menos por uno como él. Uno de esos tipos que se creen perfectos, que creen tenerlo todo. Que te sonríen y te llenan de promesas vacías. Que tienen dinero para llevarte de paseo y te rescatan de aquella aburrida rutina que es el día a día. Te regalan flores en el día de tu cumpleaños, una fecha que todos ya habían olvidado. De esos que tocan tu vals preferido en su piano y luego te besan como ningún otro hombre en la tierra. El tipo de hombres que rozan tu piel y te queman, que te hipnotizan con sus ojos claros y sus manos ágiles, que te desnudan y se divierten jugando contigo. Sí, ese tipo de hombres.
Que luego te cruzas besando el cuello de una rubia bonita y con escote camino hacia el cine.
Sí, ese tipo de hombres. Apagué el cigarrillo contra una maseta.
El tipo de hombres que se hayan duros y fríos, con sangre seca y un cuchillo clavado en el corazón desde hace cuatro días en el típico cuarto de paredes verdes de un pequeño y simple departamento de dos ambientes, un baño y una cocina.